Al contrario que nosotros, que durante gran parte de la primavera hemos estado confinados en casa, las abejas han estado trabajando a toda máquina por la llegada del buen tiempo y la floración.
Al llegar la primavera, las abejas salen de su retiro invernal y se ponen a trabajar, ¡empieza la época de recolección! ¿Cómo lo reconocen ellas? La temperatura empieza a subir poco a poco, aumentan las horas de luz, sus ojos se ven estimulados por los colores brillantes de las flores y el aroma del entorno las hace salir a sobrevolar los campos en busca de alimento.
Este también es un ambiente perfecto para aumentar la población de la colmena, por lo que la abeja reina (la “mamá” de la colmena) comenzará a poner cría en los panales. Durante este periodo, los apicultores colocarán alzas a las colmenas para que las abejas puedan seguir criando y recolectando miel y que el espacio no sea un problema para ellas.
Pero no os vayáis a pensar que lo único que hace la abeja es fabricar miel, sin duda su labor fundamental es la polinización. La polinización de las abejas es crucial para el crecimiento de los hábitats naturales, sin ellas los ecosistemas se destruirían. La polinización de las abejas hace posible la polinización de 2/3 de las cosechas mundiales y del 85% de todas las plantas que florecen en el planeta.
La intensa actividad de polinización y recolección durará hasta el final del verano cuando volverán a refugiarse para pasar las bajas temperaturas.
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