Los colores que podemos apreciar en la miel son tan numerosos y con tantos matices que al definiros nos parece que menguamos su brillantez, al mismo tiempo tenemos la sensación de que algo se nos escapa.

Como orientación podríamos decir que el amplio abanico de colores va desde el incoloro o transparente, con tintes amarillos, verdosos y rojizos, al prácticamente negro, pasando por los colores más claramente apreciados como el amarillo, ámbar, castaño, marrón y pardo.

Todas las mieles, cualesquiera que sea su color en estado líquido, cambian al cristalizar. Las mieles transparentes y de tonos suaves pasan a colores blanquecinos. Las mieles de colores más fuertes y las oscuras se aclaran, adquiriendo coloraciones mates menos llamativas, como ocres y marrones.

El cambio de color al cristalizar, no entraña degradación de la miel, recuperándose éste si la calentamos (sin superar 35ºC) hasta devolverla al estado líquido.

Desde el punto de vista biológico y nutritivo, los diferentes tipos de miel según su color, tienen un valor similar, aunque las mieles oscuras son cuantitativamente más ricas en minerales.

Estas mieles oscuras son a menudo de sabor fuerte, a veces áspero y también amargo. Por el contrario, las de colores pálidos suelen tener aromas y sabores más suaves.

Para disfrutar de esta amplia gama de colores, que sin duda llevan parejos aromas deliciosos y delicados sabores, es necesario que la miel sufra la menor cantidad posible de manipulaciones.

Las pequeñas explotaciones apícolas son las que obtienen partidas de miel del más diverso origen botánico, donde se pueden apreciar esta rica variedad.

Los grandes comerciantes necesitan enormes stocks de miel, procedentes de países, cosechas y floraciones dispares, que mezclan, pasteurizan, homogeneizan y preparan para obtener una miel uniforme y estandarizada que, si bien cumple los requisitos legales, se empobrece en aromas, colores, sabores y variedad de presentación.

Nuestras mieles proceden de flores, montes y bosques de la provincia de Burgos; frecuentemente de diferentes especies de flores que las abejas liban, mezclando posteriormente su néctar en la colmena. Extraemos la miel de cada colmenar de forma independiente, de esta manera conservamos sus colores y matices originales.

Si queremos apreciar los singulares colores que tiene la miel y su versatilidad en gustos y aromas, debemos saber que sólo será en las mieles naturales donde los encontraremos.

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